Cierto día (ayer), me encontraba sentada en el último asiento del pesero que me lleva del metrobús hacia mi casa y comencé a filosofar...
Empecé a pensar cosas raras, como las que nos repetía el Tibu antes de salir al recreo :S
De repente, cuando pasaba frente al "Gallo de Oro", se me ocurrió una bonita frase (como para novela).
Y es que a pesar de estar sentada junto a una niña emo que rezumaba fresa ...(de esas chiquillas de secu con modas raras que abundan aquí en el DF) un olor familiar llegó hasta mi asiento. Me dije:
"Aquí huele a mi pasado. Pero, ¿a qué parte?"
Todo el camino intenté responder la pregunta, y aunqué inspiraba una y otra vez...
¬¬
No conseguí nada. Pero la filosofía del pesero activó mi hemisferio derecho.
sábado, 28 de noviembre de 2009
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Los peseros son las ratas de la Ciudad de México, el Metrobús es algo así como un gato; por algo acabó con varias ratas. El caso es que... qué, a si, debió haber sido la gasolina del motor o algo así ja ja. No, enserio, creo que para filosofar nada como el DF, y en los intestinos de un roedor (los diminutos asientos sucios) es al menos un escape; una realidad paralela es útil en días de tráfico...
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